miércoles, 6 de marzo de 2013

Con la ilusión del primer día... o más (I)

(Puesto que evidentemente esta no es la página actual, esto que oyes, el reproductor de vídeo en la esquina derecha del blog, estará reproduciendo la elegida para la entrada más reciente. Si quieres leer esta página con la canción escogida para ella, para el reproductor y activa este enlace
No es el original, pero es la única versión que me deja incluir este reproductor. Y tampoco está nada mal...)


¿Habéis subido una vez en un ultraligero?; o ¿una vez habéis bajado a un pecio a casi cuarenta metros de profundidad? ¿Habéis sentido una vez la fina lluvia en vuestra cara como regando vuestro corazón?¿Y habéis sentido la sensación, una vez, de haber logrado transmitir un trozo de tu ser?¿Habéis tenido una vez la satisfacción de haber oído y sentido de un alumno, más aún, de tu propio hijo hoy he encontrado útil lo que me has enseñado?¿Habéis gozado la total entrega de una mujer, en cuerpo y alma, una vez?
¿Una vez en tu vida te has atrevido a realizar y poner por testigo al universo entero un juramento de amor eterno?

¿Y no os habéis quedado, no te has quedado con la necesidad, con la ansiedad, incluso con la angustia y desazón, con la fe y la esperanza de volver a sentir otra vez esa experiencia vital?

La primera vez te lanzas a lo desconocido... precisamente porque deseas conocerlo, aprehenderlo, esto es, hacerlo tuyo (esto significa aprender; y por lo tanto enseñar significa, cuando se logra, donar, regalar -aun sin dejar de poseerlo, pues esta es la magia del amor que tiene el verdadero Maestro-). Pero ¿no has sentido una vez, que esa vez, no puede ser la única?.
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Ciertamente hay experiencias  que son y deben ser únicas, irrepetibles.

Pero apelando al inicio del Evangelio que finalmente (ya os contaré lo de finalmente) leyó el padre Domènec en nuestra celebración, le preguntaban a Jesús maliciosamente -para variar-: (no es literal) "Puesto que se casó con los siete hermanos, a cuál de ellos pertenecerá en el más allá?"
Jesús, contestó con un contundente no tenéis ni idea! 

Porque  hay cosas en la Vida que se aprenden una vez... o no se aprenderán nunca

Por eso, también es bonito y gratificante revivir y actualizar lo aprendido esa vez; con la ilusión del primer día... o más.

Pd. En las fotos, como diría una vez mi hijo Dany, el mayor, mi ayudante, falta el otro. El tunante de mi hijo menor quizás quiso escabullirse de esta ronda de fotos. Pero da igual, saldrá...¡vamos que si saldrá!
Y perdón a los más jóvenes por la canción escogida, tan "jurassic park"; será solo por esta vez

Un abrazo,
al + mc





3 comentarios:

  1. Saludos a Alfonso y a toda su familia,...

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  2. El amor que nace entre vosotros dos no es sólo fuente de alegria para vosotros, lo es también para los que de cerca o de lejos asistimos a su eclosión. Ningún otro bien procura por si mismo, a quienes no participan directamente en él, una alegria semejante.
    El amor, al nacer, llama al don total de sí, no sólo por un tiempo, sino para siempre.
    Al principio don y posesión son inseparables, no pueden existir el uno sin el otro. Vuestro amor M.Carmen y Alfonso surge a la vez del tener y del ser. Este doble origen os garantiza un poder excepcional para contribuir a vuestra maduración. Pero esta ambiguedad de origen incuba también todas las crisis que tendreis que superar para corresponder a lo largo de vuestras vidas a las exigencias del amor.

    Con todo el cariño y desde mi punto de vista muy personal, recibid un besote fortisimo de vicente.

    Se me ocurre aunque sea a destiempo que n o es fácil al hombre y a la mujer, aún amándose con verdadero amor, hacerse una sola carne

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  3. Hola Alfonso.
    ¡Enhorabuena a los dos! y que por lo menos lleguéis a celebrar los 50.
    Un abrazo, Montserrat

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